Hoy amanecí como el día, nublada, triste, meditativa, ausente, vacía.
En esos días me sobran sentimientos de soledad y me falta un rayo de sol. Esa penumbra apaga también mi ánimo. Además, ya tocaba hacer el descenso de la montaña rusa. He llevado unos días arriba y, ya se sabe, cuánto más arriba, mayor el vértigo que produce la bajada. Sólo que en el descenso saco los brazos para asirme a algo que me pueda frenar en esta vertiginosa caída. A veces, me desgarro en el intento. Es mucha la velocidad que lleva el vagón para unos débiles brazos.
El estómago se encoge ahogando un grito, y los párpados se hinchan albergando multitud de lágrimas, y el dolor se ceba porque sabe que ese es su momento para triunfar.
Lo siento, lo siento tanto... pido perdón por vomitar públicamente. Perdóname si he sido débil de espíritu; sin embargo, esta vez me han aguantado los brazos. El sol ha salido de nuevo esta tarde para recordarme que sigue ahí.
¡El Sol... suerte tenerlo cada mañana!
Procencia de la imagen.
4 comentarios:
Para esas oportunidades siempre debes llevar tu bolsita...¡wácala!
Lo tendré en cuenta la próxima vez para no salpicar a nadie, jajaja.
Hoy también ha amanecido gris aquí. Y lloviznando. Hacía meses que no caía ni una gota de agua, así que disfruto del placer de ver la calle húmeda (no llegó a mojarse) y de abrigarme en casa en un día que parece que no acaba de nacer.
Alguna vez, cuando me tocó bajada en esta montaña rusa que es la vida, me he dejado caer en picado, he dejado a mis ojos vaciarse y al alma rendirse. Al llegar abajo, lo hice con menos equipaje y más ligera para la nueva subida. No lo recomiendo para siempre, pero de vez en cuando hay que hundirse en la tristeza para que tarde más en volver (son esas veces en que eliges la música que te hace llorar, lees los versos que te hacen llorar y piensas en las cosas que te hacen llorar. Llorado todo, las lágrimas tardan más en reinventarse).
Me alegro de que el sol haya salido ya para ti.
Besos
Querida Alís, no sabes cuánto agradezco tus comentarios. Siempre estás ahí regalándome palabras que curan y consuelan.
Me alegro que, para ti, la lluvia haya sido hoy tan bien recibida.
Me da miedo dejarme caer, porque puede que me cueste remontar o simplemente me abandone en la tristeza. Sí estoy triste, muy triste pero a secas, sin lágrimas que me puedan hacer evidente mi tristeza, guardándola sólo para mí y para l@s que leéis esto.
Un beso y un abrazo muy fuerte.
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