Me acompañan en esta travesía

miércoles, 24 de marzo de 2010

Sin tregua

La noche presagió un frío de cuchillo. El dolor y el insomnio abocaba hacia la agonía que presentía mi cuerpo, al que se aliaban las inclemencias del tiempo. La cama se convirtió en un campo de batalla desierto, donde el llanto del amanecer iniciaba el duelo.

Esta mañana ha sido de esos días nublados y lluviosos que hubiese preferido saltar, hacer un puente, no festivo, sino de inexistencia, un día borrado del calendario, y amanecer mañana en otro día con otros pesares diferentes.

Hace año y medio, cuando empezó mi calvario, se unió a él un hermano de mi marido, sólo que en su caso se trataba de una terrible enfermedad que, al parecer, hacía tiempo que le estaba devorando sin ser consciente de ello. Ambos hemos atravesado diferentes frentes del dolor, intervenciones, doctores, doctores, doctores... Cuando mi familia "política" (me suena fatal, pero es para que lo entendáis) organizaba una visita, desgraciadamente, no turística, nos visitaban a ambos el mismo día. A mi familia y a mí, lo único que nos separa son los kilómetros, pero nos une el cariño que nos tenemos. Hablo de una familia numerosa de diez hermanos, al que le han restado uno. Un hombre fuerte, como sólo los hombres del campo saben serlo, noble, sencillo y con un corazón que le hacía derramar lágrimas de emoción en cada acontecimiento cotidiano, que no las reprimía, sino que las compartía en su expresión del sentimiento, generoso hasta en eso. Vino a visitarme en varias ocasiones, para darme ánimos, y cada vez me impactó más su deterioro, que anunciaba este desenlace.

Por las circunstancias, he tenido que convertirme en la portadora de la fatídica noticia. Mis ojos, secos se han desbordado cuando se lo he tenido que comunicar a mi marido, como si ellos estuvieran esperando ese momento de consuelo.

A veces una va al gimnasio, que no es mi caso, y aumenta el peso en la barra de abdominales, por ejemplo, y te sobrepasa. Hoy he doblado el peso. La pena me ha aplastado. Necesito algo que me de una tregua en mi vida.

Descanse en paz.

4 comentarios:

Alís dijo...

Lamento esa pena grande.
Nunca sé cómo consolar en estas situaciones, así que callaré y te daré un fuerte abrazo.
Y miles de besos

Atenea dijo...

Cuánto lo siento, de verdad. Por él, porque se ha ido y por vosotros, por vuestra pena y dolor.
Por ti, porque has perdido a un ser querido y porque ha debido ser duro tener que transmitir esta noticia, más aún en tus circunstancias, en un tiempo en el que estás algo débil y frágil de salud.
Un cálido abrazo

Perséfone dijo...

Gracias, amigas, por vuestras muestras de cariño y vuestras palabras de consuelo.

Muchos besos

Deyanira dijo...

¡Ay, Perséfone!

Déjame sentarme a tu lado y compartir las lágrimas.

Un abrazo de oso.

Te regalo un sueño, tú decides cuál