Me acompañan en esta travesía

viernes, 30 de abril de 2010

La desilusión

No siempre necesito un hecho desencadenante, una gota que colme un vaso... A veces sólo hace falta que se dé el cúmulo de circunstancias en sí mismo, sin ninguna adhesión más y que se haga consciente en tu cerebro para que la realidad te asalte en toda su crudeza.

La ilusión es la chispa de la vida y que se quite la Coca-cola. Y hay días en que esa ilusión se marcha, además, tú la ves marchar, aún sabiendo que no tardará en volver, porque tú eres su hogar.

Hoy se me ha ido la ilusión,
la he visto alejarse corriendo
como un niño corre tras otro
en frenético juego del pilla-pilla.

Me siento mal e irradio mal,
contagio mi estado
como un virus maligno,
como una carcoma terrible,
y decido poner a salvo a mi gente,
pero no puedo parar esta epidemia.

Se me ha ido la ilusión
la he visto perderse en el bosque
galopando entre los árboles
y me ha dicho adiós con la mano
en una despedida incierta,
que sé pasajera,
Y me ha dejado un rictus en la cara,
y los labios secos
como mi boca,
como el esparto seco.
Y mi lengua áspera
a penas puede pronunciar un nombre,
que mis sentidos no quieren recordar.
Y mis lágrimas recorren un camino
tras la ilusión perdida
hacia la apatía y la desilusión.


2 comentarios:

Alís dijo...

El consuelo, al menos para mí, es tener la certeza de que la ilusión, la misma u otra, volverá...
Pucha, mi niña, cómo me gustaría darte un abrazo grande que te hiciera sentir mejor.
Un beso enorme

Perséfone dijo...

La desilusión y la apatía duran poco, retomamos nuevas ilusiones y vuelven algunas viejas, con más fuerza. Sí, tener esa certeza nos consuela.

Gracias por tu abrazo, cariño,lo noto tan cercano...

Un besazo

Te regalo un sueño, tú decides cuál