Me acompañan en esta travesía

jueves, 15 de abril de 2010

Todo fluye o la razón de este blog

A veces, cuando creemos que dominamos una faceta de nuestra vida, que nos hemos consolidado en ella, nos encontramos con que de repente nos sorprende eso que llaman el devenir. Somos seres cambiantes y, en muchas ocasiones, no nos da tiempo a asimilar los cambios cuando ya dejamos de ser aquellos que éramos para seguir siendo otros, vestidos de nosostros mismos, con nuestros mismos defectos y nuestras mismas verdades, pero otros distintos en el tiempo.

Así veo a este blog en que últimamente no lo percibo del mismo modo, no es el mismo que fue. No sé hacia dónde se encamina ni en qué terminará, o si lo hará o no en un futuro inmediato. Hay momentos en que las cosas pierden la función para la que fueron concebidas y entonces se les instala un vacío que solemos llenar con otras funciones.

Cuando creé este blog lo hice con el propósito de ser un blog terapéutico, que me ahorrase la consulta con el psicólogo, que me ayudase a poner unas tiritas a mi corazón cuando está malito. Un lugar para el desahogo, donde nadie que me conociera puediese percibir mi angustia, expresada con total libertad sin yo cohartarme a mí misma. Pensé que lo leería, sólo aquella persona que lo deseara, anónima como yo, sin más implicaciones personales que las que pueda crear la propia red.

Hoy necesitaba escribir para conjurar el dolor, pero el sólo hecho de saber que mañana pudiese leerlo alguien cercano a mí me ha frenado de tal manera que he rechazado la idea. No quiero crear dolor con mi dolor. Y no puedo convertir tampoco el blog en intermedario de comunicación por conocer y saber de antemano las personas que lo van a leer. Me gustaba más antes en que no tenía ningún vínculo con nadie y podía despacharme a gusto soltando toda la loza que me oprime el pecho y todas las miserias desde lo más hondo. Ahora me freno, me lo pienso primero. Paso todo por el tamiz de la razón. Antes escribía con mayor espontaneidad, sin sopesar los pro y contras de mis palabras, con esa escritura automática que tanto me gusta. Y, aunque de esa manera estoy escribiendo este texto, lo hago con todo el nivel de conciencia que me permiten mis pastillas.

¿Por qué somos tan complicados? Esta pregunta la dejo en el aire para que cada cual me ayude a darle respuesta.

Mañana amanecerá de nuevo. Felices sueños.

2 comentarios:

Alís dijo...

Supongo que nos complicamos porque lo que hacemos o decimos tiene repercusión en nuestro entorno. Y éste nos importa.
Te entiendo. Cuando creé mi blog no dije nada en casa, no dije nada a ningún conocido (a pesar de haber usado siempre mi nombre, sólo me identificaba el amigo que me animó a iniciar esta aventura). Aunque no escribiera cosas muy distintas al principio que ahora, es cierto que me sentía más libre. Ahora siempre estoy pensando cómo será interpretado tal texto, tal frase o tal palabra... Y aunque logré un acuerdo doméstico de que no me preguntarán jamás, la peor censura es la autocensura.
Tal vez debas replantearte qué quieres en este blog o emigrar a otro. Pero la decisión que tomes que nazca estando tranquila y serena.
Un abrazo enorme
y besitos, claro

Perséfone dijo...

No somos libre, nos ata nuestro entorno pero son lazos de cariño que debemos cuidar, porque nos alimenta.

Ciertamente, la autocensura es la más estricta e implacable que hay.

Las decisiones importantes deben tomarse tranquilamente, delante de una taza de café, por ejemplo.

Gracias, Alís sabia amiga, me quedo con tus consejos y reflexiones.

Te regalo un sueño, tú decides cuál